12 de diciembre de 2013

Cartas desde Lyon (IV)

Cállate y subamos al quinto piso en ascensor para después tener que descender andando al cuarto. 
Bebamos las cervezas suficientes para tener que marcar el código del portal más de una vez, y así hacer más deseada la llegada a tu morada. 
Consigue, no sé mediante qué artimañas, que el gato me esté observando en la mitad del pasillo que lleva directo a tu habitación, para que así tengamos que dar la vuelta y pasar por la cocina. 
Siéntate en el destartalado sofá a fumarte la colilla que tú aún crees que es cigarro, esa que ha sido abandonada en el cenicero común que está al lado de una mitad de limón que alguno de vosotros exprimió hasta dejarlo sin pulpa. 
Mírame fijamente e,irritado porque he vuelto a inquirir Quoi?, quéjate justo al mismo tiempo en que yo me excuso por haber formulado la pregunta. 
Y, sin más, levántate e invítame a pasar a tu aposento donde, inevitablemente, terminaré despertándome demasiado temprano porque las cortinas que no tienen nada que esconder no evitan que entre la luz del día.




Foto por: René Gröebli
Obtenida en Cultura Inquieta

19 de noviembre de 2013

Cartas desde Lyon (III)

Las obligaciones me llaman casi a gritos y, sin embargo, yo solo pienso en evadirme observando las imágenes de lo que se ha convertido en una nueva obsesión. Una obsesión que me resulta dulce a la par que nostálgica y elegante a la par que ordinaria. Fotografías de puertas y ventanas que hacen que mi imaginación se desate, trasladando mi espíritu a vidas paralelas, a lugares desconocidos, a sentimientos inciertos. 

Una obsesión que, aunque en apariencia puede tener consecuencias un tanto amargas, no es más que la encarnación o el reflejo del gozo que invade esta nueva etapa de mi vida. Etapa en que inevitablemente me toca cerrar algunas puertas con la esperanza (y verdaderas ganas) de abrir alguna ventana. O como decía la canción, "vamos abriendo puertas y vamos cerrando heridas". 














Fotos: Oihane Zuazua Mármol 
Saint-Romain-au-Mont-d'Or

27 de octubre de 2013

Experiencias ferroviarias

Ya lo dice en una de sus canciones Carmen París, una gran artista que siempre ha estado presente en mi vida desde que tengo recuerdo (aunque esa es otra historia), "cuando sales de tu casa, el universo conspira por ti". 

Posiblemente el universo conspire por nosotros cada día; posiblemente cada día todos tengamos un motivo por el que sorprendernos de la vida y también por el que sonreír, aunque solo sea vivir, que para mí lo es todo. A veces, el universo conspira de manera sutil y, otras veces, te estampa la conspiración en la cara. Ayer fue para mí uno de estos días en que la conspiración era, cuanto menos, obvia. Y yo, decidí vivirla en vez de obviarla. 

No podía estarse quieto. La primera vez que lo vi, hacía el mono en el tren, en un compartimento vacío en el que dejé mi maleta por un instante. No obstante, al comprobar que en el compartimento contiguo había espacio para mi maleta, fui a buscarla y me trasladé. Él hizo lo mismo y se sentó justo delante. El resto de la historia solo la conoceremos él y yo, pero ayer tuve que agradecerle al universo que convirtiese un trayecto que hubiese sido realmente aburrido en el encuentro de dos personas con ganas de hablar, de conocer y de conocerse. Y, además, de iluminar dicha experiencia con un gran atardecer. Cositas In-solitas.



Foto: Oihane Zuazua Mármol, 26/10/2013
Tren Toulouse-Bayonne-Hendaye

22 de octubre de 2013

Cartas desde Lyon (II)




Me paraliza su mirada, me congela; me hace sentir desnuda, y vacía. Vacía como si hubiesen borrado mi personalidad. Vacía como si fuera solo un bote de recuerdos que, al abrirlo, pierde todo su contenido, que se desvanece en la inmensidad del universo. Su mirada me anula. De fría es cálida. No duele; solo me petrifica, me paraliza, invalida todas mis sinapsis. Cuando me mira… 
Cuando me mira hace que languidezca mi alma. 




22 de septiembre de 2013

Cartas desde Lyon (I)


Los días aquí semejan ser más largos y cunden más, quizá por eso que llaman "horario europeo" (ese que ahora se plantean establecer en España). Mi morada es humilde, poco más de cuatro paredes y una gran ventana que me ha ayudado a constatar lo que ya intuía: me encanta observar la línea que dibuja la tierra (o el mar cuando es posible) con el cielo; algo de lo que olvidé disfrutar, aunque lo hiciese cada día. He ahí también, supongo, el sentido de un pasado repleto de palabras que se llamó "Mirando al horizonte". Un pasado que no creo que vaya a retomar, pero del que esto podría ser un relevo. Veremos. 




Fotos: Oihane Zuazua Mármol
Lyon, Septiembre 2013

23 de agosto de 2013

Esa loca bajita















"Nada ni nadie puede impedir que las agujas avancen en el reloj...que crezcan y que un día nos digan adiós". 


Fue pura casualidad que las dos fuéramos vestidas de blanco. O quizá no. Con sus gafitas y sus labios color carmesí parece mayor; y es que se hace mayor. En ella se materializa el paso del tiempo que, a veces, para mí parece estancado. Secuela de la rutina, supongo. Rutina que, espero, está a punto de desaparecer...
En ella veo el pasado, mi pasado, y, a su vez, es la mejor figura para simbolizar, imaginar y proyectar mi futuro. 
En ella se aglutinan las ganas de vivir.


Fotos: Oihane Zuazua Mármol y Ainara Zuazua Roldán, Agosto 2013

15 de agosto de 2013

Las puertas del silencio










Es una tierra árida con atardeceres cálidos. Una tierra que nunca supe con quién compartir, porque es como un tesoro. Una tierra en la que uno querría perderse para terminar siempre en sus aguas. 

Los paraísos no están en otros mundos. 



Fotos: Oihane Zuazua Mármol, Agosto 2013

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